Maialen Gesta Martínez es estudiante del “Máster en Arquitectura” y ha disfrutado de la beca de formación de la Cátedra de Cambio Climático para desarrollar la investigación: “Refugio Climático. Indicadores arquitectónicos para la adaptación de espacios naturales y urbanos”, dirigida por la profesora del Departamento de Construcciones Arquitectónicas, Quiteria Angulo Ibáñez.
• ¿Cuáles han sido los objetivos principales de la investigación desarrollada?
El objetivo principal del estudio ha sido definir qué se puede considerar como un refugio climático. Para ello, hemos propuesto unas pautas de evaluación, definido unos indicadores y presentado unas estrategias de mejora.
Este trabajo lo hemos recopilado en una guía de evaluación de refugios climáticos, que pretendemos que sirva de referencia y pueda ser utilizada para determinar qué edificios o espacios urbanos son refugios climáticos, o tienen potencial para serlo.
• ¿Qué trabajo has realizado?
En primer lugar, hemos analizado lo que actualmente se entiende como refugio climático, observando que su objetivo principal es asegurar el confort para todas las personas, especialmente durante episodios climáticos extremos.
“Hemos propuesto una serie de indicadores, tanto climáticos como arquitectónicos, así como de accesibilidad e inclusividad para definir una zona de confort”
En este sentido, hemos propuesto una serie de indicadores, tanto climáticos como arquitectónicos, así como de accesibilidad e inclusividad para definir una zona de confort. En cada uno de ellos, hemos establecido unos parámetros de confort mínimos para considerar un espacio como refugio climático.
Concretamente, cada indicador incluye un gráfico para valorar la zona de confort que oscila entre 0 y 100, donde 0 representa un nivel de incomodidad extrema y 100 indica un nivel óptimo. En cada una de las situaciones en las que no se alcanzan los valores mínimos de confort, ofrecemos un catálogo de estrategias de mejora.
“El refugio climático se define mediante una zona de confort adaptativa que varía en función de la época del año, y si se trata de un espacio interior o exterior”
• ¿Cuáles han sido las principales resultados y conclusiones alcanzadas?
Las conclusiones principales señalan que un refugio climático se define mediante una zona de confort adaptativa que varía en función de la época del año, y si se trata de un espacio interior o exterior. Todo esto, se encuentra representado en unos gráficos radiales para determinar la zona de confort generada en los espacios de una manera visual.
• Personalmente, ¿qué has aprendido con la realización de la beca de prácticas?
La beca ha sido una experiencia muy enriquecedora, ya que he aprendido sobre estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático, profundizando en temas como la descarbonización de la arquitectura, la arquitectura biofílica o la arquitectura holística, con el objetivo de responder de manera óptima a las nuevas condiciones climáticas.
“Facilitar estos espacios a la ciudadanía cada vez será más necesario para adaptarnos al clima en las próximas décadas”
• ¿Cómo contribuye tu trabajo a mejorar nuestra adaptación al cambio climático?
Nuestro estudio ofrece una herramienta para identificar posibles edificios y espacios urbanos como refugios climáticos. Facilitar estos espacios a la ciudadanía cada vez será más necesario para adaptarnos al clima en las próximas décadas.
Esperamos que, en el futuro, ciudades como València puedan establecer una red de refugios climáticos para poder garantizar el bienestar de su población.
• Por último, ¿qué medidas se deberían articular para ayudar a mitigar el cambio climático en tu ámbito de estudio?
La idea de los refugios climáticos surge desde una mirada hacia la adaptación al cambio climático. Sin embargo, las estrategias de mejora propuestas en el catálogo están compuestas por lo que conocemos como estrategias pasivas.
Estas buscan el confort a través de soluciones que no dependen de sistemas activos, como el aire acondicionado o la calefacción. Incluir este tipo de estrategias en los refugios climáticos ayuda a mitigar el cambio climático en la construcción, fomentando la descarbonización de la arquitectura.